Los Obreros de la Viña



                                                                                       por Pedro Rufián Pedro Rufián como en VV OCT-2013Mesa

 

La Parábola de los Obreros de la Vina se encuentra en el Evangelio de Mateo 20:1-16:

“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo .Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”.

Esta parábola ilustra las verdades que Jesús había declarado anteriormente  al joven que le había preguntado en Mateo 19:6: ”Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?”. Y Jesús le contestó que guardara los mandamientos. El joven le dijo que los había guardado. Por supuesto, con su sabiduría divina, Jesús no le mencionó al principio los mandamientos que tienen que ver con nuestra relación y confianza en Dios. Así que Jesús le dijo en Mt. 19:21 Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”.

La Escritura nos dice que cuando el joven escuchó esto él se fue triste porque tenía grandes riquezas. Así que Jesús usó la reacción del joven rico para grabar una importante lección en las mentes y corazones de sus discípulos, y dijo en Mateo 19:23-25De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios».

Algunos eruditos dicen que Jesús se estaba refiriendo a una puerta muy estrecha y baja en Jerusalén, pero sus discípulos entendieron las implicaciones del comentario de Jesús sobre la salvación por medio de nuestros propios esfuerzos humanos.  Versículo 25: » Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?».  Nosotros los seres humanos no podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos ni a nuestros semejantes. Solo Dios puede salvar.

Con esta parábola Jesús trata de explicarnos las paradojas de la salvación:
– No podemos hacer nada para ganarla tenemos que recibirla cuando somos llamados.
– Tenemos que estar dispuestos a seguir a Jesús sin que nos importe perderlo todo. Tenemos que morir para vivir. Dar para recibir y perder para ganar.
– Los primeros serán postreros, y los postreros, primeros, porque ninguno mereceremos la salvación, así que no hay nada de lo podamos sentirnos orgullosos.

Vamos juntos a repasar un poco la parábola:

“Porque el reino de los cielos –o el reino de Dios– es semejante a un hombre, padre de familia,–Dios Padre– que salió por la mañana a contratar obreros para su viña”. –El griego sugiere muy de mañana, antes del día– ¿No nos dice la Biblia en 1 Pedro 1:18-21 que Dios el Padre tenía un plan para rescatarnos desde antes de la fundación del mundo por medio de su Hijo, su siervo?

Recuerdo cuando mi padre era un jornalero y los trabajadores que querían ser contratados se reunían en la plaza de pueblo esperando que un patrón viniera y los empleara. Así estamos en este mundo esperando que Dios el Padre nos llame. Esto es claro en las Escrituras, Juan 6:44, 65: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero…Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre”.

Ninguno de nosotros hemos hecho nada para ser llamados. Dios el Padre tomó la iniciativa acercándonos a Él y nos llevó al arrepentimiento por medio del Espíritu Santo, (Romanos 2:4)

Viña horizontal.1La viña del Señor, en el Antiguo Testamento era Israel, pero en el Nuevo Testamento es la Iglesia y la obra que Jesucristo está haciendo por medio de ella para bendecir al mundo entero.

Algo que tenemos que tener claro todos los cristianos es que somos obreros en la viña del Señor. El fin de nuestra salvación no se acaba en nosotros, Dios nos salva gratuitamente. Cuando nos despierta a la realidad de lo que somos en y por medio de Cristo, lo hace para poder seguir alcanzando a otros por medio de nosotros, sus obreros.

Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, –-esto lo vamos a dejar hasta el final sin comentar porque al final nos daremos cuenta que a todos les da lo mismo, hayan trabajado o no. No es en realidad un pago por lo hecho, sino lo que el Padre de Familia les da por haber aceptado su invitación– los envió a su viña.

Si has escuchado la llamada, la invitación de Dios, no le des de lado contesta a ella como lo hizo el niño profeta Samuel cuando a la llamada del Señor contesto: “Heme aquí Señor, habla que tu siervo escucha”.

Como todos vosotros sabéis, en el tiempo de Jesús, el día de trabajo empezaba al amanecer alrededor de la 6:00 de la mañana. Los primeros obreros fueron enviados a la viña a esa hora, al amanecer.

Alrededor de 3 horas después, Mateo 20:3-5 …Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron…”

Esto muestra que estuvieron dispuestos a aceptar la invitación. Es lo que tenemos que hacer cada uno de nosotros cuando la llamada de Dios llega a nuestros oídos, aceptar su llamamiento.

Mateo 20:5-7 …Salió otra vez cerca de las horas sexta e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima,halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”.

Lo más probable fuera que ni siquiera llegaran a la viña, pero de nuevo estuvieron dispuesto a aceptar el llamamiento.

Puede haber personas que podrían pensar: “Bueno, yo ya tengo 70 o 78 o 90 años así que no merece la pena a mi edad que dé el paso de aceptación de la llamada del Señor y me bautice y entregue mi vida a Él. A mi edad ya puedo hacer poco en su viña”. O soy todavía joven y tengo todo el tiempo del mundo para aceptar. Nada más lejos de la realidad. Como veremos al final, no se trata de lo que tú puedas hacer, o dejar de hacer, en la viña del Señor, sino de lo que Dios ha hecho por ti, en y a través de Jesucristo. Como se afirma en Hebreos 3:7-8; 15, 4:7: “Si Él te está llamando hoy no endurezcas tu corazón y acepta su invitación”.

Creemos que Dios en su misericordia ha hecho provisión para que todos, incluso para aquellos que no tuvieron la oportunidad de hacerlo durante su vida física, tengan la oportunidad de escuchar el mensaje de la salvación en Jesucristo. Algunos pueden pensar que entonces será más fácil, o, ¿cómo es posible? Es por gracia, absolutamente por gracia no por nada que tú o yo hayamos hecho, estemos haciendo o hagamos. Se trata de la gracia inmerecida e incondicional de Dios en Jesucristo.

Como seres humanos somos envidiosos y nos gusta pesar que merecemos más que los demás. Cristo también señaló esto en la parábola. Los que habían llegado a primera hora de la mañana estuvieron pensando que los que habían llegado después recibirían menos que ellos. Este es un problema humano.

Yo estoy seguro que conocéis la Historia del rey que le dijo a su siervo más importante que le daría lo que le pidiera, pero que antes de decidir que pedir se pensase, ya que a su compañero le daría el doble. ¡El pidió que le sacasen uno de sus ojos!.

Mateo 20:8-9 …Cuando llegó la noche,–al concluir el periodo de la invitación– el señor de la viñaDios Padredijo a su mayordomo Jesucristo, el siervo de Dios por excelencia–: Llama a los obreros y págales el jornal— Jesús dijo que a su 2ª venida el Señor enviará a sus santos ángeles a los 4 ángulos de la tierra y juntará a los suyos– comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario”.

Yo supongo que se extrañarían cuando se les dijo que los primeros en ser pagados sería los últimos invitados. Pero se extrañarían aún más cuando vieron que recibían un denario. El denario era la moneda más importante del Imperio Romano. Moneda de plata equivalente al salario diario de un buen profesional. Era el salario diario de los soldados romanos. Incluso cuando algunas veces recibían su salario en especie, como sal. Es de su pago en sal que procede nuestra palabra salario.

Mateo 20:10-12…Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más;-esto es muy humano, ¿no es así?-pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día”. ‘Nosotros casi nos derretimos al calor del día y eso no significa ninguna diferencia para ti. ¿Qué clase de Señor eres?’.

Sin duda que al darle a cada uno un denario, no podemos sino pensar que representa el don gratuito de la vida eterna. Recuerda que el joven rico le preguntó a Jesús que debía de hacer para ganarla. Pero la parábola nos nuestra que la salvación no se nos da como una transacción por lo que hacemos, sino por haber aceptado en fe la invitación de Dios a recibir el sacrificio de Jesucristo en nuestro lugar.

Con respecto a la salvación todos los seres humanos somos “iguales”. Tenemos que ser llamados y aceptar que no podemos hacer nada para ser salvos, y la parábola muestra esto cuando Dios le da el mismo pago a todos; a aquellos que fueron llamados al principio como aquellos que ni siquiera tuvieron tiempo de llegar al terreno donde estaba al viña. ¿Tuvo el buen ladrón, al que Jesús le dio vida eterna cuando estaba muriendo a su lado, la oportunidad de hacer algo para ser salvo sino aceptar el don gratuito de su Salvador?

«Cuando en los años 70  el pastor que venía que venía a visitar a las personas interesadas en España,  Fernando Barriga, me dijo que ya estaba listo para dar el paso del bautismo.  yo le conteste: “Me gustaría probarme durante un año obedeciendo a Dios antes de bautizarme”. Y ¿sabéis que sucedió?: Aprendí que por “nosotros mismos nada podemos hacer”. Que no depende en forma alguna de lo que nosotros hayamos hecho, estemos haciendo, o hagamos, sino del don gratuito que Dios nos ha dado en y a través de Jesucristo a todos los seres humanos.

Como todos conocemos, la salvación es absolutamente por gracia a través de la de  Cristo Jesús (Gálatas 2:16), es igual para todos. No depende de ninguna forma de lo que hayamos hecho, estemos haciendo o hagamos, Efesios 2:8-10: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;--incluso la fe no es nuestra es un don de Dios por medio del Espíritu Santo– no por obras, para que nadie se gloríe se llene de orgullo–. Porque somos hechura suya,— Dios nos recreó y nos resucitó a la nueva vida con la resurrección de Cristo. Cuando aceptamos y recibimos la invitación del Padre nacemos de nuevo a la realidad que somos en Él, en y por medio de Cristo, y permitimos que el Espíritu Santo se active en nosotros, entonces somos, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

¿Cuáles son esas obras? Obedecer al Señor de la viña porque responder en fe al llamamiento de Dios, conlleva obedecer al propietario de la viña. Pero no para ser salvos, sino porque ya nos ha salvado.

Esas obras tienen dos  aspectos globales. Primero, amar a Dios y amar a nuestro prójimo: Marcos 12:30-31 “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”

Y el segundo aspecto es ser instrumentos útiles de la obra de Dios que Jesucristo está haciendo de enviar a todo el mundo la invitación de unirse como trabajadores en la viña de Dios, Mateo 28:18-20: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

Aquellos que han trabajado en el calor del día ,de 50 grados en Medio Oriente, podrían representar a todos esos hijos de Dios que pasaron, están pasando o pasarán a través del martirio, comidos por fieras, aserrados, crucificados, degollados, etc.,  a lo largo de los siglos y que son mencionados en Hebreos 11:35-38. Pero ese duro trabajo, podríamos decir, no hace diferencia en cuanto al don de Dios de la salvación, que es igual para todos, y dado gratuitamente por gracia.

Mateo 20:13-16 “El, respondiendo, dijo a uno de ellos—El Estudio de las palabras del Nuevo Testamento Vincent dice: Se dirige a uno para representar a la totalidad del cuerpo de Cristo–:Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”.

Y Jesús concluye la parábola con una de las paradojas del reino de Dios, los primeros serán los postreros y los postreros primeros. Los comentarios no aclaran este aspecto, pero yo creo que tiene que ver con que aquellos que creen que tienen preeminencia en el reino, no son los que en realidad la tienen, porque de acuerdo a Jesús las pautas del reino son al contrario de las del mundo, como les dijo a los discípulos en este mismo capítulo, después de que los hijos de Zebedeo, por medio de su madre, les habían pedido posiciones de autoridad en su reino, Mateo 20:25-28 “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

Después de compartir estas lecciones con sus discípulos Jesús estaba listo para subir de Betania a Jerusalén para entrar como rey montado sobre un pollino, como fue profetizado. La semana siguiente subiría a Jerusalén para retirar del banco, por medio de su pasión, muerte y resurrección, el dinero del pago de todos los obreros de su viña.

Jesús estaba enfáticamente enseñando a sus discípulos y enseñándonos una vez más, que el pago es para todos el mismo: la salvación, la vida eterna, dada gratuitamente absolutamente por gracia. Nuestra respuesta deber ser recibir y aceptar su don. Debemos estar agradecidos y gozosos de que él pagara por todos y nos ha invitado a unirnos como trabajadores en su viña.

Celebremos cada día con alegría y gozo el amor y la gracia de Dios en Jesucristo, dándole gloria y alabanza  durante todas nuestras vidas.  No olvidar que nos ha invitado, está invitando e invitará a todos los seres humanos a trabajar en su viña. Y que Dios por medio de la pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo puso en sus manos el don de la salvación para todos y cada uno de aquellos que acepten su invitación a venir a él a trabajar en su viña.  Demos gracias a Dios si nos ha invitado hace mucho y hemos estado trabajando en su viña durante muchos años, porque no hay nada más gozoso que aceptar la invitación del Señor.

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