¿Creación o creacionismo?

Por Dennis Gordon

La biblia nos dice quien creó el mundo, pero ¿nos dice cuándo y cómo?

DennisGordon

«En el principio creó Dios los cielos y la tierra».

Estas sencillas pero poderosas palabras abren la Biblia. Nos llevan al comienzo de nuestro mundo y a aquel que lo inició. Establecen la presencia y poder de un Dios Creador. Pero, ¿tienen estos versículos algo que decirnos sobre el inicio histórico y científico de nuestro mundo?

Una interpretación literal del relato de la creación en el Génesis parecería exigir que todo fue creado en seis días de 24 horas. Esto da la espalda a la evidencia y tiende a detener el dialogo con sus huellas y la auténtica investigación científica. ¿Es esta la única alternativa para un creyente?

No lo es. Incluso entre los que creen en Dios hay un fuerte debate sobre si la Biblia habla del «como» y «cuando» de la creación.

La consideración estrictamente literal del relato de la creación en el Génesis es conocida como creacionismo. Se popularizó particularmente en algunas partes del mundo protestante de la posreforma, en la actualidad es especialmente popular en los Estados Unidos.

El creacionismo requiere que los datos científicos y la conclusiones de los mismos se subordinen a la interpretación estrictamente literal del Génesis.

Sin embargo, la mayoría de los teólogos y de los científicos rechazan el creacionismo.

Por otra parte, todos los cristianos, cualquiera que sea su denominación, aceptan la realidad de un Dios Creador. Esto incluye a cristianos que son científicos y que, como yo mismo, creen en el Creador y en el hecho de una creación. Por lo tanto, ¿qué aprenden personas como nosotros de Génesis 1?

Suposiciones

En primer lugar, es importante darse cuenta de que es una suposición pensar que el propósito del relato de la creación en Génesis es proporcionar algún tipo de descripción histórica y científica. La Biblia no afirma esto.

El Dr. Conrad Hyers, catedrático de Religión del Gustavus Adolphus College en Minnesota (Estados Unidos), señala en su excelente obra The Meaning of Creation – El Significado de la Creación, que si el relato del Génesis no tenía la intención de proporcionar una descripción literal de la creación, entonces es inapropiado y engañoso intentar establecer si el relato del Génesis es o no científico o literalmente verdadero.

La riqueza del simbolismo literario del primer capítulo de la Biblia es tristemente enmascarada y diluida por una interpretación estrictamente literal. El profesor Hyers sostiene incluso que los contemporáneos de aquellos que escribieron el relato de la creación pudieron no haber tomado estos escritos literalmente, apreciando más bien el intencionado significado simbólico de los mismos.

El cuarto día

Veamos un ejemplo: El «cuarto día» de Génesis 1 se refiere a la creación del sol, la luna y las estrellas.

La asociación de ideas que viene a nuestras sofisticadas y científicas mentes del siglo XX son gases calientes, hornos nucleares y planetas llenos de cráteres obedeciendo las leyes de la materia, la energía y el movimiento que se pueden estudiar. Pero el contexto de Génesis no es hablar de estos objetos en esos términos.

Cuando el Génesis fue escrito, la mayoría de las personas imaginaban que esos cuerpos celestiales eran dioses y diosas a los que debían temer, adorar, hacer peticiones y apaciguar. Así pues el lenguaje es teológico, no astronómico. Génesis 1 afirma el monoteísmo sobre el politeísmo. Le está diciendo al lector que esas no son divinidades a las que haya que adorar sino creaciones del único Dios.

Sorprendentemente, es en una parte del mundo y en un momento de la historia cuando la complejidad astrológica regía las vidas y la adoración en Mesopotamia que deliberadamente se mencionen las estrellas de la forma más casual e improvisada: «Hizo también las estrellas».

El escritor no está tratando de darnos una indicación científica de la relación física y cronológica entre el sol, la luna y las estrellas. Por otra parte, el mensaje teológico, que los astros fueron hechos por el Dios Creador, es claro e igual de importante hoy.

Así, el mensaje es lo que Calvino llamaba un mensaje universal, escrito en una forma que «emplea aspectos universales de las cosas con los que cualquiera, en cualquier parte, puede identificarse». Pueden ser apreciados por todas las culturas, de todos los tiempos y en todos los lugares.

Es muy fácil tratar de dar forma a la literatura que nos llega de una cultura, lenguaje y tiempo distantes, para hacerla coincidir con nuestra propia cultura, lenguaje, época, modos de pensar y con los aspectos que nos preocupan. Es una tentación especial en el siglo XX, porque los interrogantes principales y las filosofías de nuestro tiempo son completamente diferentes de aquellas en el relato de la creación de hace milenios.

Sin embargo, simplemente porque leamos el texto con ciertas ideas preconcebidas, dudas o interrogantes no significa que éste esté obligado a abordarlos.

Conrad Hyers escribe: «Considerar en forma literal el relato del Génesis

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Dios estableció los parámetros dentro de los cuales la casualidad y la necesidad pueden actuar juntas buscando resultados deliberados sin interferencias constantes.

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es inadecuado, engañoso e inviable. Presupone e insiste en un tipo de literatura y propósito que no están allí. Al hacerlo, ignora la riqueza simbólica y el poder espiritual que encierra y supedita los textos bíblicos y la teología de la creación a una controversia sin sentido e inútil».

¿Quién, qué, cómo?

Esta es la importante diferencia entre creación y creacionismo.

Como científico y cristiano, creo que el Génesis afirma un Creador y una creación. Pero, puesto que el mensaje es obligatoriamente religioso, simplemente no trata el tema del cuando y el como. Estos aspectos pertenecen ciertamente al dominio de los estudios académicos, no obstante, para que podamos aprender, el salmo 19 declara: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día, y una noche a la otra declara sabiduría». Hay abismos que tienen que ser sondeados, y cada descubrimiento de la ciencia confirma la majestad de Dios y lo exalta. Los «teólogos naturales» del último siglo tenían razón: Hay revelación en la obra creada, al igual que la hay en la Palabra escrita. Pero dado que somos niños y estamos aún aprendiendo, los cristianos que somos científicos tenemos diferentes hipótesis sobre el cuando y el cómo de la creación. También reconocemos que esas  no son preguntas tan importante como ¿quién y por qué?

El físico y teólogo de Cambridge John Polkinghorne en su libro Beyond Science – Más allá de la Ciencia, publicado en 1996, no sólo afirma su creencia en Jesús resucitado y en Dios como Creador, sino que también razona que la evolución es posible y que es una poderosa evidencia del diseño preconcebido a los niveles más básicos.

En pocas palabras, cree que Dios estableció los parámetros dentro de los cuales la casualidad y la necesidad pueden actuar juntas buscando resultados deliberados sin interferencias constantes. Esto no significa que Dios no pueda amar a su creación y controlar la muerte de los gorriones, porque Dios está, en cualquier caso, omnipresente en el espacio y en el tiempo, «¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra?».

Evolución, ningún temor

Mi área de competencia es la clasificación y denominación de un grupo de organismos marinos (briozoos) que tienen un registro fósil espectacular. Estoy convencido, por lo que he visto en varios miles de especies que datan desde el Jurásico al día de hoy, que su morfología, diversidad y distribución se ajustan muy bien a las actuales teorías científicas y no a la avalancha de modelos insostenibles sobre la historia de la tierra.

A éste respecto, es importante hacer una distinción entre evolucionismo, una creación sin un creador, y evolución, en la mayoría de las aplicaciones se refiere a considerar mecanismos de cambio bioquímicos o genéticos.

La evolución, aunque tenga muchos elementos debatibles es al menos comprobable y sujeta a estudio. No es algo a lo que temer supersticiosamente. Dios parece haber llevado a cabo su creación durante miles de millones de años. Después de todo, él es el Anciano de días, y no está limitado por nuestra falta de comprensión, tanto de su obra creada como de su Palabra escrita.

Los «científicos creacionistas» tienen razón cuando manifiestan que «si la Biblia no habla verdad en todo lo que afirma, de historia y teología, entonces no puede ser la Palabra de Dios». Pero insistir en su literalidad donde no es esa la intención es ponerle una camisa de fuerza y limitar la Palabra de Dios. También puede ser una barrera innecesaria a muchas personas que podrían de otra forma responder al mensaje del evangelio. 

El Dr. Dennin Gordon es un científico del Crowm Research Institute en Wellington, Nueva Zelanda.

Referencias:

The Meaning of Creation - El significado de la Creación,  Dr. Conrad Hyers; John Knox Press. Atlanta (Estados Unidos), 1984.

Referencia de escrituras: Génesis 1, Salmos 19:1-2, Jeremías 23:24
La evolución contra las cuerdas

La teoría de la evolución de Darwin se presenta habitualmente como un hecho. La teoría del naturalista del siglo XIX ha necesitado algunas correcciones a la luz de los últimos descubrimientos científicos. Pero se ha aceptado que Darwin básicamente acertó cuando explicaba que la vida se originó espontáneamente de la materia inorgánica, y que después se desarrolló por medio de la selección natural. Eso fue lo que se nos enseñó, y los que tienen dudas, es aconsejable que no las manifiesten si no quieren ser tachados de fanáticos religiosos.

Muchos de nosotros tenemos algunas dudas, porque la Biblia parece decir algo bastante diferente. En ella leemos que Dios creó el Universo, incluyendo nuestro mundo y todo lo que hay en él.

Ha habido muchos intentos de reconciliar estas dos ideas, que coexisten más o menos en paz la mayor parte del tiempo. Pero al final no hay un punto intermedio. Esencialmente, ambas posiciones no pueden tener razón. O Dios creó la vida, o se desarrolló sin él. Si Darwin tenía razón, la Biblia es incorrecta. Y si está equivocada en esto, ¿en que más no dice la verdad?

De vez en cuando los dos puntos de vista saldan cuentas en una confrontación. Normalmente la evolución gana a los puntos, porque los argumentos que usa el creyente, con frecuencia, se basan en la creencia de la aceptación literal del relato de Génesis, lo que suena ridículo a la vista de las que parecen ser abrumadoras evidencias científicas. Pero aún así, algunos fundamentalistas creen que su fe se sostiene o cae dependiendo de que se acepte o no la literalidad de cada palabra del Génesis. Esta creencia, que implica que la tierra sólo tiene unos pocos miles de años, se conoce como creacionismo.

Sin embargo, científicos reflexivos e imparciales en cuanto a la religión se están replanteando algunas cuestiones. No apoyan una posición creacionista. No obstante, señalan que bajo los postulados de la propia ciencia hay algunos errores serios, y quizás vacíos fatales, en la explicación darviniana sobre el origen y desarrollo de la vida.

Recientemente ha aparecido un nuevo desafío de gran calado donde menos se esperaba, la microbiología. En su destacado libro  Darwin’s Black Box – La Caja Negra de Darwin, Michael Behe muestra como, a nivel microscópico, la vida es mucho más compleja de lo que nunca imaginó Darwin. El muchas veces denostado Darwin fue en realidad un científico honesto y cuidadoso. Reconoció que «si se demostrara que cualquier órgano complejo existente pudiera no haberse formado por minúsculas y numerosas modificaciones sucesivas, mi teoría se derrumbaría completamente».

Eso parece haber sucedido. En lo que Behe llama «la complejidad irreductible», nos muestra como se necesita cada componente de algunas formas de vida diminuta para la supervivencia. Sin embargo, todos los componentes son demasiado complejos como para que hayan llegado al escenario de la evolución simultáneamente. Behe compara esto con una ratonera,  que necesita todas las piezas para funcionar. Si se quitase una, la trampa no funcionaría, ni tampoco lo harían las pequeñas criaturas sin uno de sus componentes.

Un número creciente de académicos en los Estados Unidos están pidiendo una nueva investigación. Sin adoptar una postura religiosa, argumentan que deben escucharse otras explicaciones sobre el origen y desarrollo de la vida. Promete ser un debate interesante. Les mantendremos informados.


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