5 Necesidades del hombre
Cuando presenté el mensaje que titulé 5 NECESIDADES DE LA MUJER, unas semanas después una mujer casada se acercó a mí y me dijo: “Pastor Pedro cuando vas a hablar de las necesidades del hombre?»
Esta pregunta me llenó de alegría pues mostraba el interés de las mujeres por aprender más como amar mejor a sus maridos. Así que en este artículo comparto con todas vosotras, mujeres, 5 NECESIDADES DEL HOMBRE. Conocer algunas de las necesidades que cada uno tiene, y que Dios quiere que sean llenadas por el otro, nos va a ayudar a tener un matrimonio más feliz, y que va ir enriqueciéndose toda la vida.
Mi intención es que este mensaje sea útil para todos los que lo lean, sin importar su edad, su sexo o su estado. Incluso a aquellas personas que están solas y mayores les puede ayudar para que ellos puedan ayudar a otras personas cuando les pidan consejo.
Una mujer dice: «Yo nunca me casé porque no tuve necesidad. Tengo tres mascotas en casa que cumplen el mismo propósito que el de un esposo. Tengo un perro que ladra cada mañana, un loro que maldice toda la tarde y un gato que se pasa toda la noche fuera». Parece ser que esta mujer no había gastado el tiempo para saber cuales eran las necesidades de su esposo.
El día que nos casamos nos pusimos las alianzas el uno al otro simbolizando la unión y la promesa de hacer el esfuerzo para crecer en amor, madurez y unidad.
Quizás a consecuencia de la cultura, las falsas ideas religiosas, o los libros y experiencias erradas de otros, la idea que destaca para enriquecer los matrimonios es más una competencia que una cooperación. La mujer quiere hacer al hombre más sensible y tierno y por ello, a veces, se esfuerza por aprender a controlar y manipular a su esposo, porque cree que sea la única forma de alcanzar lo que ella necesita.
Pero no es luchando por separado y por manipulaciones secretas que se puede crecer en amor, comprensión y unidad. Es por medio del respeto mutuo, y la comunicación abierta que se pueden satisfacer mutuamente las necesidades del esposo y la esposa.
Los estudiosos de salud mental y matrimonio, Robert P. Travis & Patricia Y. Travis en su libro Vitalizing Intimacy in Marriage -Vigorizando la intimidad en el Matrimonio escriben: «El matrimonio tiene que ser el lugar donde las ideas personales, intereses y sentimientos pueden ser compartidos con alguien que nos quiere y comprende. El matrimonio tiene que ser el lugar donde ambos esposos pueden ser ellos mismos. Donde la comunicación es libre, abierta y llena de sorpresas mientras aprenden más sobre sí mismos y sobre el otro».
Dios creó al hombre y la mujer con diferentes cualidades y necesidades para que se complementaran el uno al otro Génesis 2:20-24: “Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.
Estos versículos deberían de enseñarnos: 1.- Que ni el hombre, ni la mujer están completos sin la ayuda del otro en el matrimonio. 2.-Que toma dos mitades para hacer un todo. Son necesarios el hombre y la mujer para hacer una carne. 3.- Conocer esto nos tiene que motivar a aprender y comprender cuán vitalmente importante son estas diferencias para llegar a la unidad y a ser personas más equilibradas dentro del matrimonio.
Quizás la mayoría de las necesidades del hombre y de la mujer sean casi las mismas, lo que sucede es que el enfoque de esas necesidades, en la mujer, son orientadas al plano de los sentimientos y las emociones, mientras que en el hombre están más enfocadas en su trabajo y lo que desea, o planea llevar a cabo. A continuación expongo 5 necesidades del hombre, que creo que es fundamental que la esposa conozca y se esfuerce por satisfacerlas si desea tener un matrimonio más feliz y realizado.
1ª. La del Reconocimiento– Los hombres necesitamos ser reconocidos por los logros que obtenemos. Necesitamos apreciación y valoración, por parte de la esposa, por las cosas que hacemos o las metas que logramos. Eso es como una brújula que nos indicará que estamos haciendo bien el papel de proveedores y sostenedores de la familia que Dios nos ha asignado en una forma especial al hombre I Timoteo. 5:8: “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”. Quizás la mujer, a veces, se pueda sentir celosa de los éxitos de su marido en el trabajo, porque puede llegar a pensar que son esos éxitos los que le impiden a su marido el ocuparse de sus sentimientos y emociones. Puede que los hombres, a veces, nos concentremos tanto en nuestro trabajo, solo porque es el único medio de encontrar reconocimiento a lo que hacemos. ¿Quién va a dar el primer paso? Quizás debería de ser el hombre, después de todo, es el líder en la relación matrimonial. Esto es cierto, pero depende de que la mujer esté o no llenando la segunda necesidad del hombre.
2ª. La del Respeto– El hombre necesita ser respetado por su papel, y en su papel de líder. En Efesios 5:25, 28, 33 Dios le manda 3 veces al hombre que ame a su esposa. Que la ame en sus sentimientos y emociones. Y Dios le manda eso al hombre porque tiene que hacer un esfuerzo para hacerlo, no es algo que haga automática y fácilmente. El hombre desea a una mujer fácilmente, pero para quererla y satisfacerla en sus sentimientos tiene que esforzarse y quitarse la máscara de «macho dominador» y perdonar la expresión. I Pedro 3:7: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”.
Pero igualmente, a la mujer Dios le manda que supla una necesidad del hombre que le da seguridad y alimenta su tenacidad para hacer frente a los desafíos de tener que responsabilizarse de tomar las decisiones, por supuesto después de escuchar, considerar y valorar las opiniones y punto de vista de la esposa, esa necesidad es la de ser respetado en su papel, como podemos leer en Efesios 5:22-23, 33. Esto es lo que el apóstol Pedro le dice a las mujeres, en I Pedro 3:1: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas”.
Nunca reproches a tu marido cuando, después de tomar una decisión, el resultado no es el esperado, diciendo: «Ves si ya te lo decía yo, tenías que haber hecho lo que yo te dije». Frases como esas minarán su confianza para seguir tomando decisiones y poco a poco su matrimonio no será más una unidad, sino que será un engendro con dos cabezas. Esto no significa de ninguna manera que el hombre cristiano puede ser un dominador o dictador con sus decisiones, sino que el liderazgo tiene que ejercerse con amor. Las actitudes, y tono de la voz dicen muchas veces más sobre el respeto que las propias acciones.
3ª. La del Ánimo y el Aliento– Cuando uno considera las diferencias entre el hombre y la mujer, no tarda mucho en ver la dificultad que, en general, el hombre tiene para comunicarse en el plano de los sentimientos. Por ello quizás, el hombre puede ser percibido por la mujer como una torre de seguridad, inamovible y que no necesita su ayuda, sino solo para ser su sierva en las tareas físicas y para tener relación sexual. Pero nosotros los cristianos tenemos que echar fuera de nuestra mente las ideas preconcebidas de antagonismo al hombre, que han sido sembradas por el ala extremista del Movimiento de Liberación Femenina, que generalmente han llevado a más insatisfacciones en la mujer, porque la han separado más del papel que Dios le dio, como esposa y madre.
Veamos lo que Dios tenía y tiene en mente para el papel de la mujer. Génesis 2:18 1.) El hombre solo estaba incompleto. 2.) Dios creó a la mujer para completarlo. ¿Y cuál fue el papel asignado a la mujer? 1.) Ser su ayuda Génesis 2:18 «Dijo además el Eterno Dios: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea para él.» Ser una ayuda idónea para el hombre NO significa en absoluto ser su esclava, meramente hacer labores físicas, sirviendo. Ser una ayuda idónea significa redondearlo, completarlo, ser su suplemento. Suplementarse mutuamente haciendo una unidad. Ayudarle a satisfacer sus necesidades mentales y emocionales, como se espera que el hombre haga con la mujer. Así que no es cuestión de superior e inferior, sino de que somos diferentes para poder complementarnos. Sin duda que dar ánimo y aliento es una de las ayudas que debe dar la esposa al esposo. Es también una necesidad que tiene el hombre.
¿Cómo animar, alentar y inspirar al esposo? El hombre necesita de una musa. Sin duda que cuando un cristiano se casa, se casa con su musa, con su mejor amiga, y ésta lo inspira y lo motiva cultivando una personalidad vivaz temperada con humildad. I Pedro 3:3-4: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”. Mostrando una sonrisa amplia en el rostro. Estando pronta para oír. Mostrando interés y un entusiasmo maduro en la vida del esposo. Muchas esposas no saben exactamente cual es el trabajo que realizan sus esposos, ¿cómo pueden animarlos y alentarlos? Lanzar chinitas al esposo con un lenguaje subliminar o indirecto ni lo anima ni lo alienta.
4ª. La de la Valoración Reorientadora– El esposo necesita la valoración honesta y equilibrada, por parte de su esposa, de sus proyectos y propuestas en su papel como líder de la familia. Igual que un capitán de barco necesita tener las referencias de los faros si va bordeando un cabo para ir corrigiendo el rumbo, el esposo necesita la impresión de la esposa para dirigir, y cuando sea necesario corregir, el barco del matrimonio y la familia en el desafiante mar de la vida. Un esposo dispuesto a crecer y mejorar en su papel de liderazgo estará contento de que su esposa le ayude con sus impresiones e ideas. ¿Estás reprochándole a tu esposo o estás sugiriéndole y dándole más posibilidades para elegir por donde hacer la travesía? El reproche no se escucha, la sugerencia se necesita y se desea. No es suficiente la parte racional para hacer frente a las decisiones de cada día, necesitamos la valoración reorientadora basada en la intuición de nuestras esposas.
5ª. La de la Lealtad– La lealtad tiene que ver con estar dispuesta en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, cuando todo va bien y cuando algo va mal, a esforzarse por suplir esas necesidades que tiene el esposo. Significa no tirar la toalla. Significa ser siempre un baluarte en el cual el esposo pueda estar confiado como recogió Salomón de forma tan hermosa en la descripción de la mujer virtuosa en Proverbios 31:10-12: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal todos los días de su vida”.
La ausencia de una mirada tierna para el esposo, cuando quizás se la dedica a otros hombres, la palabra áspera, cuando para otros es dulce y agradable, puede llevar a la desconfianza del esposo hacía la esposa. Aunque quizás la esposa puede que actúe así dejándose llevar por ese juego de buscar la reacción de los celos, que nunca entendí, y que no creo que deba de usar un cristiano, pretenda así retener y aumentar la atención, la dedicación y el amor del esposo. No se engañen mujeres, las moscas no se cazan con hiel, sino con miel.
Quiero terminar diciendo que aún cuando la mujer y el hombre sepan las necesidades que uno tiene que llenar en el otro, puede que eso no sea suficiente para que el matrimonio funcione, es por ello que quiero terminar este artículo hablando de una clave que hará que el matrimonio funcione y seamos capaces de esforzarnos en llenar las necesidades del otro: Mantener a Dios en el centro del matrimonio. Eclesiastés 4:12 “Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
El poder para amar realmente a otro ser humano con un amor perdurable y que crezca de día en día viene del Espíritu de Dios. Cuando andamos en compañerismo y unidad con nuestro Padre, Dios nos da el amor con el cual podemos amar aún hasta a nuestros enemigos. ¡Cuánto más, entonces a nuestros amigos; y más importante a nuestra esposa, esposo o hijos!
Una razón por la que las parejas pueden llegar a luchar y a despreciarse es porque no han estado orando suficientemente, y su naturaleza humana aflora. La oración frecuente es un lazo vital entre Dios y el ser humano y hace posible que esa gran reserva de amor y preocupación por los demás pueda suavizar las zonas rugosas en nuestra relación con otros.
Cuando quiera que un esposo se inclina delante de Dios y le pide ayuda para amar a su familia, para desenraizar el egoísmo de su vida, para pensar en su esposa y familia primero, esto inspirará a su esposa e hijos a mostrarle amor, afecto y respeto a cambio. El buen fruto del amor, preocupación y respeto fluyendo de su vida, pueden estimular lo mismo en las vidas de aquellos que le son queridos.
Cuando una esposa hace su parte, orando a Dios, bebiendo en su naturaleza y mente, en su Palabra y haciendo aquello que Él le muestra debe hacer, y lo comunica a su esposo, eso lo inspirará. La interacción del Espíritu de Dios en una familia lleva a una unidad que es maravillosamente hermosa.
¿Estáis poniendo a Dios en el centro de vuestros matrimonios con todo vuestro corazón? ¿Es tu relación con Dios primero y está siendo comunicada, por tus acciones, a aquellos te rodean? No importa que conozcas las necesidades de tu esposa o esposo, Dios debe ser parte de tu matrimonio para que tenga éxito y sea permeabilizado con su amor desinteresado y su unidad que haga posible satisfacerlas.
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