La pregunta filosófica decisiva

Publicado por primera vez en GCI Weekly Update el 11 de Noviembre de 2015 en From the President

 

                                                       por Joseph Tkach                             joeandtammyTkach

 

Todos los que tenemos hijos nos han hecho preguntas como: “¿De dónde vienen los niños? Y están las incesantes preguntas “¿Por qué?”, como: ¿”Por qué el cielo es azul?”. El deseo de saber, simplemente por la razón de saber, es lo que separa a los seres humanos de los animales. Como C. S. Lewis observó: “Estamos inclinados a preguntar y debemos hacerlo porque hay una respuesta”.

Como un niño con una curiosidad activa le pregunté a mi padre, que estaba para salir para el trabajo, lo que ha venido a llamarse la pregunta filosófica decisiva: “¿Por qué hay algo en lugar de nada?”. Contestó de prisa: “No tengo tiempo para contestarte, haz la pregunta a tu madre”. Lo hice y ella me replicó: “Dios lo creó todo”. Entonces le pregunté: “Entonces, ¿de dónde vino Dios?”. Ella me contestó: “No vino de ninguna parte. Siempre ha existido y ha estado vivo siempre. Dios es de otro mundo”.

La pregunta filósofica decisiva.1

En el Principio por Victor Victori
(Usado con permiso via Wikimedia Commons)

Entonces no comprendí lo ella quiso decir con “de otro mundo”, pero ahora. en la mitad de mi sexagésima década de vida, creo que lo comprendo. Mi madre estaba enseñándome que Dios no es físico. T. F. Torrance se refirió a esta verdad diciendo, junto con al iglesia primitiva, que “Dios no es una criatura”. Con esto quería decir que Dios no es parte de su creación. Él no está encerrado por la creación, como un planeta está encerrado en el espacio físico y el tiempo. Dios, que trasciende a la creación, no puede ser conocido por caminos creados. Puede conocerse solo por caminos “divinos”, y ese conocimiento llega a nosotros solo a través de su revelación propia, incluyendo lo que nos dice sobre sí mismo como creador del “algo” que es la realidad material.

El hecho simple es este: Sin contar con Dios no hay respuesta adecuada a la pregunta filosófica decisiva. Todas las cosas que existen, otras que Dios, que existe por si mismo, proceden de la acción creadora de Dios que trajo todas las cosas a la existencia. Más aún, lo que Dios ha creado no es divino, no es una extensión o emanación de lo divino. Solo Dios es no creado y divino.

En la doctrina cristiana histórica de Dios creando de la nada (creatio ex nihilo) se trata como se produjo la creación. Esta doctrina contrasta con la idea de la creación procedente de material eterno que preexistió junto con Dios (creatio ex materia), o la creación procedente de una extensión o emanación del ser de Dios (creatio ex deo). La doctrina cristiana no dice que algo surgió de la nada, eso no tendría sentido. Al contrario, dice que la creación procede de Dios en una forma particular. Dios no usó “algo” preexistente eternamente para crear.

La ciencia es incapaz de contestar a la pregunta filosófica fundamental porque descubrir realidad no física usando el método científico es una imposibilidad lógica. Como notó el teólogo de la iglesia primitiva, Atanasio, las cosas pueden conocerse solo de acuerdo a su naturaleza y el método científico es útil solo para descubrir causas físicas de fenómenos físicos. Por ello cuando los científicos afirman que las únicas cosas que existen son aquellos que se pueden descubrir por el método científico, están haciendo una afirmación filosófica, a la que podríamos referirnos con todo derecho como “cientifismo”.

Porque Dios, que es no creado, no es físico, es errado concluir que todo lo que existe se puede detectar y por ello conocible usando el método científico. Pero este hecho no impide que muchos científicos hagan suposiciones no científicas, confinando convenientemente todas las cosas existentes, y todo lo que es conocible, a los límites de lo que su método es capaz de descubrir. Los que hacen esto están usando los resultados limitados de sus métodos empíricos para argumentar lo que están asumiendo filosóficamente. Pero ningún experimento empírico puede confirmar o desmentir sí existen o no las realidades no físicas, tales como cosas no creadas (Dios) o si pueden o no conocerse por otros métodos no científicos, tales como la revelación divina. Como T. F. Torrance nos recuerda, cómo conocemos (epistemología) no determina lo que es (ontología). Lo opuesto es también verdad: la ontología (lo que es) determina la epistemología (cómo conocemos).

Los ateístas y otros escépticos menosprecian la respuesta cristiana a la pregunta filosófica definitiva como un intento de justificar la creencia en Dios. Ocasionalmente tratan de derribar la doctrina cristiana de la creatio ex nihilo desafiando a los cristianos a explicar las propiedades de “la nada” (por supuesto, la nada ¡no tiene propiedades físicas!). Uno de tales ateístas,  Christopher Hitchens, cuando se le pregunta: “¿Qué había antes del Big Bang?”, replica: “¡Me gustaría saberlo!”. Creo que esa respuesta fue sincera. Aunque él murió sin conocer la respuesta a su pregunta, imagino que ¡la conoce ahora!

La pregunta filósofica decisiva.2Victor Stenger

[1]El ateísta Victor Stengler definió la nada como un estado simple sin masa, energía, espacio, tiempo, rotación, bosones ni fermiones. Concluyó que este estado de la nada es un sistema inestable. Pero la pregunta permanece: ¿Cómo llegamos de la nada a este sistema inestable llamado nada? La pregunta en sí misma crea problemas porque no tiene sentido racional. La nada no puede ser inestable, ya que no se compone ni engloba nada”. No hay nada que sea inestable en un estado de la nada. No puedo refrenar el reírme al escuchar tales afirmaciones; pero luego mi risa se torna en tristeza por aquellos que pasan sus vidas tratando de negar la existencia de Dios por medio tal razonamiento sin sentido, y por aquellos que caen presa del mismo.

En su libro, The Fallacy of Fine-Tuning: Why the Universe is Not Designed for Us, – La Falacia del Afinamiento: ¿Por qué el universo no está diseñado para nosotros? Stengler descarta como mito la idea de que universo es afinado. Sin embargo, otros científicos no están de acuerdo. [1] Stephen Hawking, también un ateísta, escribió esto en su libro, A Brief History of Time-Una Breve Historia del Tiempo:

Las leyes de la ciencia como las conocemos en el presente, contienen muchos números fundamentales, como el tamaño de la carga eléctrica del electrón y la relación de las masas del protón y el electrón… El hecho que destaca es que los valores de esos números parecen haber sido ajustados muy finamente para hacer possible el desarrollo de la vida.

La evidencia del afinamiento crea la pregunta: “Qué lo causó?”. Aunque algunos contestarían “la casualidad”, el matemático y astrónomo Fred Hoyle afirmó en su libro, Intelligent Universe – Universo Inteligente: “La posibilidad de conseguir incluso una única proteína funcional por la combinación casual de aminoácidos” puede compararse a “un sistema solar lleno de personas ciegas resolviendo simultáneamente un Cubo de Rubik”. Esta sorprendente afirmación procede de un humanista que creía que el universo existió siempre, sin un creador, y ha estado ajustándose constantemente a sí mismo. Como otros humanistas y ateístas, Hoyle resiste la idea de que el universo tuvo un principio porque eso señalaría a alguna suerte de “iniciador”. Hoyle se burló de la idea de la creación de la nada, inventando el término “el big bang.” Irónicamente, ese término lo usa ahora una teoría extensamente aceptada para explicar el origen del universo.

No todos los científicos se burlan de la idea de que el afinamiento señala a un creador. El físico John Polkinghorne, un cristiano, escribió esto: “El ajuste antropomórfico es demasiado destacable como para ignorarlo solo como un feliz accidente”. Aunque la evidencia empírica del afinamiento del universo puede que no demuestre la existencia de Dios científicamente, indica sin duda la presencia de las huellas de Dios en todo el cosmos. Algunos científicos, a pesar de ser ateos, buscando la verdad honestamente, han encontrado a Dios. Una gran lectura sobre este tema es el libro, God’s Undertaker: Has Science Buried God?-El Usurpador de Dios: Ha enterrado la ciencia a Dios? por John C. Lennox, profesor de matemáticas en Oxford.

Es importante darnos cuenta de que nuestro llamamiento no es competir o argumentar con los ateos, sino confiar en que Dios actúa a través de las matemáticas, la ciencia, la astronomía e incluso la cosmología para moverlos a buscarle y encontrarle en su revelación que culmina en Jesucristo. Como las Escrituras indican (Lucas 10:22) y los teólogos de la iglesia primitiva afirmaron: “Solo Dios conoce a Dios; solo Dios revela a Dios”.

¿Por qué creemos en la creatio ex nihilo? Porque creemos en un Dios que es generativo en su propio ser Unitrino. Como Jesús enseña y el Nuevo Testamento da testimonio, el Hijo no es creado o hecho, sino engendrado eternamente del Padre en el Espíritu. ¿Por qué hay algo en lugar de nada? Porque Dios es amor y relación entre las Personas trinas. El Padre creó a través del Hijo en el Espíritu para estar en una relación viviente santa con su creación. La creación así como la redención son actos del Dios Unitrino que reflejan o muestran, en una forma limitada (creada), la dinámica no creada de la vida interior de la Trinidad, que lleva a la generación y regeneración de toda la vida creada. Esta vida es un don de gracia en la que compartimos por la eternidad a través de Jesucristo.

Amando como la ciencia y la teología encajan juntas perfectamente.

[1]  El antropólogo australiano Luke Barnes refuta el razonamiento ateísta de Stengler en un artículo en la bitácora Is There a God-Hay un Dios en www.is-there-a-god.info/blog/clues/the-fine-tuning-of-the-universe-stenger-vs-barnes/.

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