Extranjeros camino de nuestra patria celestial

Insp. EXTRANJEROS CAMINO DE NUESTRA PATRIA CELESTIAL - Pedro Rufian

                                                                                               por Pedro Rufián Mesa  Pedro Rufián como en VV OCT-2013                                                                                             

Estamos a finales del año 2014. Para un buen número de personas los finales de año, de curso, o de cualquier actividad pueden ser una oportunidad para hacer recuento del periodo pasado. Para preguntarse el sentido de sus vida, la razón o el fin de la mismas.

En Juan 1:9 el apóstol Juan nos dice con respecto al Hijo de Dios encarnado: “Esa luz verdadera”, en contraposición a Lucifer, que se supone era el que debió de haber traído la luz a este mundo,  pero que sin embargo, al rebelarse contra Dios, su Creador, lo puso como un desierto trayendo sobre el mismo las tinieblas, como recoge Isaías 14:12-17Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel?”.

El Hijo de Dios vino a esta tierra para deshacer las obras de Satanás y reconciliar a toda su creación con Dios el Padre.

¿Y que sucedió cuando vino a esta tierra al tomar carne como el niño dependiente e indefenso Jesús?

Juan nos dice en Juan 1:9-13:Esa luz verdadera que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo,­ -porque Dios es omnipresente y está en todas partes. O como le dijo Pablo a los griegos en Atenas “En él somos nos movemos y existimos– y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron”.

Vino a su pueblo físico, Israel, pero su pueblo no le recibió, y en ese sentido todos los seres humanos les dimos la espalda en nuestros propios caminos y razonamiento, ignorándolo y aislándolo de nuestras vidas.  Aquel que venía la los suyos fue obligado a exiliarse como un bebé con su madre y José, no por falta de trabajo, sino porque la autoridad de su pueblo físico, Herodes, quería matarlo para evitar que creciese alguien que le pudiese arrebatar el reino, y así también se cumpliera lo profetizado acerca del Mesías, el Ungido de Dios, el Salvador del mundo.

En Mateo 2: 13-15: Cuando ya se habían ido, -los sabios de oriente, los reyes Magos como les solemos llamar tradicionalmente en España- un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo’. Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: ‘De Egipto llamé a mi hijo’” (Oseas 11:1).

El que era el Creador del mundo, después de haberse hecho extranjero en su propia creación, al encarnarse, como bebé partió como un peregrino para ser extranjero en Egipto. Así que por amor se hizo doblemente extranjero y peregrino para rescatarnos a cada uno de nosotros. Nos hizo ricos cuando éramos unos pobres, miserables, ciegos y desnudos viviendo en la obscuridad de nuestra ignorancia y pecado.

¿Como nos rescató Jesús de esa condición?

Hace unos dos años una lectora de Verdad y Vida educada, pensadora profunda, y colaboradora, me envió un mensaje en el que preguntaba: “En mis noches de insomnio me pregunto: ¿Cuál es o era el Plan de Dios para la humanidad?”.

Le dije: «Como una historia vale más que mil palabras, ¿me permite contarle una historia? Eran dos hermanos. El hermano mayor estaba en un país lejano incluso desde antes de que su hermano menor naciese. Pocos años después de que sus padres muriesen el hermano menor perdió el contacto con su hermano mayor y en poco tiempo malgastó todo lo que había recibido como herencia. Terminó sin hogar, viviendo y durmiendo en las calles y alcohólico. Sin esperanza,

yoga-ireen la pobreza y la miseria más absolutas. Después de algunos años, alcoholizado, ni siquiera sabía quien era, y se había olvidado totalmente de su hermano mayor. Mientras tanto este había hecho una gran fortuna, y antes de morir sin tener otra familia legó en testamento toda su herencia a su hermano menor, con el que no pudo ponerse en contacto, ya que desconocía su paradero.

El hermano menor, ignorando que había heredado una gran fortuna, continuó viviendo como lo había hecho en los últimos años: Sin hogar, miserablemente, en pobreza total, e incluso ignorando quién era.

Después de algunos años, los abogados de su hermano solicitaron a los medios de comunicación regionales que pusiesen un anuncio para tratar de encontrarlo. Al final lograron enviar la noticia al juzgado de ciudad donde residía el hermano menor y los funcionarios consiguieron encontrarlo. Le explicaron lo sucedido y le comunicaron que era inmensamente rico. Al principio no se lo creía. Habiendo perdido la conexión con sus raíces creía que la única realidad que había era la que vivía. Pero la asombrosa generosidad de su hermano, al que él nunca conoció, le hizo volver a sus sentidos. Entonces comprendió que tenía dos opciones: recibir y aceptar la sorprendente herencia, cambiar de forma de vivir y empezar a vivir en la nueva realidad de la riqueza que su hermano le había dado gratuitamente muchos años antes y dejar atrás la pobreza y la miseria en la que vivía, o rechazar aceptarla y continuar viviendo en la miseria y la pobreza, ignorando la maravillosa realidad de la que ahora era consciente». 

Le expliqué a esta lectora que cada uno de nosotros era como el hermano joven viviendo en la pobreza y en la miseria espiritual, ignorando que en y por medio de Cristo, Dios nos había hecho inmensamente ricos a todos los seres humanos sin distinción.

¿Cómo fue eso posible?

Por medio del misterio de la inclusión de toda la humanidad en el Hijo Encarnado de Dios.  Pablo describió esta maravillosa realidad en  Romanos 5:17-18: Pues si por la transgresión de uno solo [Adán] reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida”. ¿No es esta la riqueza más maravillosa que puede haber? ¡Hemos sido todos justificados para vida eterna! Solo tenemos que recibirla y aceptarla y empezar a vivir en esa nueva realidad, cambiando nuestra forma de vivir movidos y subyugados por el amor de nuestro hermano mayor, Jesucristo, que nos ha dado una herencia tan sorprendente y maravillosa.

Y eso precisamente fue lo que estaba anunciando el apóstol Juan, como ya hemos leído en Juan 1:9-13a los que reciben a Jesús como Salvador y Señor de sus vidas, los hace hijos de Dios: Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios”.

Jesús vino a la tierra para vivir como extranjero y peregrino durante 33 años y medio, sufrir, morir y resucitar para volver a su verdadera patria, la patria celestial, aquella de la que nos hizo parte absolutamente por gracia, por su amor, misericordia y desprendimiento infinitos e inmerecidos.

Con su vida, muerte y resurrección nos dio a todos la ciudadanía celestial y nos hizo ricos extranjeros camino de nuestra patria celestial. Efesios 2:17-19 “Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”.

Así que Dios, en Cristo, nos cambia nuestra ciudadanía, nuestra patria terrenal por la suya celestial. Al hacerlo nos hace igual que él lo fue, extranjeros y peregrinos en esta tierra.

¿Cómo vivir mientras estamos en esta tierra como extranjeros y peregrinos?

Mientras estamos en esta tierra como extranjeros y peregrinos tenemos que estar buscando vivir por los principios y valores de nuestra nueva patria, tenemos que vivir por fe buscando nuestro hogar celestial, como lo hicieron los patriarcas y los héroes de la fe descritos en el Libro de Hebreos, capítulo 11. Vamos a leer en  Hebreos 11:13-16 para ver como vivieron ellos: “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad”.

Igual que Cristo, nuestro Salvador, Señor, hermano y precursor anduvo en esta tierra como extranjero y peregrino hasta regresar a la gloria que tuvo con el Padre, por toda la eternidad, antes de que el mundo fuese, nosotros tenemos que andar en esta tierra como peregrinos también buscando las cosas de nuestra patria celestial a donde nos llevará Cristo cuando regrese, como el apóstol Pablo escribió en Colosenses 3:1-4 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.

Por medio, y en Cristo nuestro peregrinar tendrá un final maravilloso: Vivir eternamente en relación de amor con Dios y los unos con los otros. Jesucristo no quiso que tuviésemos duda a ese respecto y el mismo afirmó lo siguiente en Juan 14:2-3“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.

Así que no tenemos que temer a la muerte o al futuro, sino al contrario, vivir como extranjeros y peregrinos en esta tierra anticipando la plenitud de nuestra redención, cuando por fin, como el hermano de la historia, podamos disfrutar de la plenitud de la herencia recibida.

Creo que es bueno que a final de año reflexionemos en esta verdad y esperanza para que iniciemos el nuevo año teniendo nuestras mentes y corazones fortalecidos y asentados en nuestra verdadera ciudadanía, en lo que somos en Jesucristo. 

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