La apóstol a los Apóstoles

Publicado originalmente en el GCI Update del 21 de marzo de 2018
      Esta carta es del presidente de la GCI, Greg Williams.
                                                                                              Greg y Susan Williams

Varios de los primeros escritores cristianos llamaron a María Magdalena “la apóstol a los Apóstoles”, aprendamos el porqué en Juan 20: 1-18:  El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: —¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto! Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro.  Ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más deprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro.  Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte. En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar.  Los discípulos regresaron a su casa,  pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.  —¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles. —Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió.  Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. Jesús le dijo: —¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: —Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo iré por él. 16 —María —le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: —¡Raboni! (que en arameo significa: maestro).  —Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios.”  María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho”.

Cristo se aparece a María Magdalena después de la resurrección (dominio público vía Wikimedia Commons)

María Magdalena estaba entre varias mujeres que eran seguidoras de Jesús. Ella había estado presente en la crucifixión y sepultura de Jesús, y junto con otras mujeres había ido a la tumba a ungir el cuerpo de Jesús  (Mr. 15:47-16:8; Lc. 23:55-24:11; Mat. 28:1-10). Ella fue también la primera persona en encontrarse con el Señor resucitado, la primera testigo de la resurrección y de dar testimonio del hecho cuando fue a informar a los apóstoles de que Jesús estaba vivo. No es de extrañar que sea llamada “la apóstol a los Apóstoles”—un título que destaca como Jesús tenía a las mujeres en alta estima y las incluyó en su ministerio.

En una cultura en la que el testimonio de una mujer no era legalmente válido, era sorprendente que Jesús eligiera a una mujer para que fuera la primera persona en testificar de su resurrección. Esto era más chocante aún cuando consideras la trayectoria de María Magdalena. Se creía que ella fue la mujer penitente sin nombrar que lavó los pies de Jesús con sus lágrimas y sus cabellos, luego los ungió con un perfume muy caro (Lucas 7:36-48).

De este pasaje, además de la afirmación en Lucas 8:2, de que Jesús había expulsado siete demonios de María, surgió la tradición de que ella había sido una prostituta antes de convertirse en una seguidora de Jesús. María es así una demostración poderosa de la redención y transformación que llega cuando alguien sigue a Jesús en fe y con arrepentimiento.

La penitente, María Magdalena (dominio público vía Wikimedia Commons)

¿Te puedes imaginar cómo se sintió María Magdalena aquella mañana de resurrección? Ella, sin duda, llena de alegría testificó de la resurrección de Jesús, haciendo la obra de un evangelista. Al hacerlo, quizás compartió la historia de su propia vida. Comprender que María había sido una prostituta poseída por demonios antes de convertirse en seguidora de Jesús destaca el maravilloso poder de Jesús para redimir y transformar a las personas. Su vida era un poderoso testimonio del evangelio de la gracia de Dios. ¡Qué maravilloso ejemplo de como Dios alcanza a todas las personas, invitándolas a recibir a Jesús con un corazón y una mente abiertos, confiando en Él como Señor y Salvador!

Así como María Magdalena jugó un papel importante en el ministerio de Jesús, en la GCI tenemos cientos de mujeres que sirven fielmente como ministros de Jesucristo en varias funciones, incluyendo la de pastor principal. Agradezco a Dios por estas mujeres. También agradezco a nuestro Dios Unitrino quien, en amor, alcanza a toda la humanidad, llamado a toda suerte de personas en toda clase de situaciones para adorarle y participar en su misión actual a un mundo enfermo por el pecado.

Os deseo una maravillosa Semana Santa mientras nos reunimos para reflexionar en oración en el sufrimiento y la muerte de Jesús, y para celebrar su resurrección con alegría.

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