Amarnos los unos a los otros

Dos de los valores fundamentales que guían a  la Comunión Internacional de la Gracia son: 1) Todos los miembros son importantes. 2) Jesús nos ordena amarnos los unos a los otros.

Puesto que todos pertenecemos a Jesucristo, cada miembro es importante para la iglesia. Sabemos que Jesús ama a cada miembro de su cuerpo. Cuida de nosotros, se ocupa de las ovejas de su rebaño. Es por esto que la iglesia, como cuerpo de Cristo, desea pastorear a sus miembros en amor, sabiendo que eso es lo que le agrada a Jesús.

Amaos los unos a los otros

Jesús no solo nos ama, Él nos dice que si de veras somos sus discípulos, nos amaremos los unos a los otros. A medida que su vida se arraiga en la nuestra, su amoroso corazón renovará y transformará nuestros corazones.

De la Biblia, aprendemos algunas de las características del amor de Cristo. El amor no condena, el amor es paciente, el amor es fiel y honesto. Si hemos de obedecer a Jesús, entonces no debemos condenarnos los unos a los otros. Debemos ser pacientes los unos con los otros. Y debemos ser fieles y honrados, aun en la manera como usamos la Palabra de Dios los unos con los otros.

Un asunto del corazón

Lo que define al cristiano es un corazón renovado, un corazón en el cual mora el Espíritu Santo, y no algo externo como en que día se congrega.

Pero, alguien puede preguntar: «¿Acaso no es el Espíritu Santo quien guía a los verdaderos cristianos a celebrar el nacimiento de Cristo?» O «¿Cómo puede alguien ser un cristiano maduro si no celebra la encarnación?»

Una persona puede llegar a ser un cristiano maduro si pone su fe y su confianza en Jesucristo, y como discípulo de Cristo, crece en su amor.
Para madurar en Cristo hay que creer en sus promesas, hay que escuchar sus palabras y ponerlas en práctica, hay que caminar en fe y confiar que el Espíritu Santo nos da el poder que se requiere para amar, para perdonar y para vivir una vida santa y sin mácula.

Las celebraciones son una maravillosa oportunidad para honrar y alabar a Dios por lo que es y lo que ha hecho, pero no es necesario que todos celebremos exactamente de la misma manera y exactamente en la misma época. Como cristianos, celebramos lo que Dios ha hecho mediante Jesús, pero muchos lo hacemos de diferentes formas. Hay algo hermoso en todo esto. Tenemos una maravillosa oportunidad de practicar las palabras de Jesús: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros» (Juan 13:35). Dios Inspiró a Pablo a que escribiera: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Corintios 13:14).

Instrucción bíblica en cuanto a cuando congregarse

Sin importar cuál sea nuestra convicción personal acerca del día que le ofrecemos a Dios, debemos entender que Dios acepta los días que le ofrecen otros cristianos también. «Mientras que uno hace diferencia entre día y día, otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté convencido en su propia mente» (Romanos 14:5). La manera como usamos el tiempo delante de la presencia de Dios es un asunto personal, es algo que Dios bendice cuando se hace para Él con una conciencia pura.

«El que hace caso del día, para el Señor lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios… Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Pues todos compareceremos ante el tribunal de Dios» (vers. 6, 10).

Podemos, porque somos de Cristo, entender y apreciar los distintos puntos de vista y prácticas sobre los días que dedicamos a Dios. Dios nos da la libertad de dedicarle a Él los días que escojamos. Eso es algo entre nosotros y Dios, lo dice Pablo.

Debemos evitar condenar o ser un obstáculo en asuntos como este, Pablo nos advierte: «Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros; más bien, determinad no poner tropiezo, impedimento u obstáculo al hermano» (vers. 13).

«Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Romanos 14:19).

Un gran error en el que a veces podemos caer los cristianos es pensar que tener paz es igual a tener uniformidad.  Lo más sorprendente es que Pablo no está haciendo un llamado a la armonía en la iglesia sobre la base de hacer todos la misma cosa, está haciendo un llamado a la armonía en la iglesia sobre la base de una actitud cambiada hacia las distintas prácticas de los demás. Dios nos ama a todos. Dios les pide a los fuertes tener consideración de los débiles. Él nos pide a todos tener la misma actitud que Cristo tuvo hacia los demás (15:5).

Hallemos paz en Cristo

La Biblia nos enseña un mejor camino, el camino de permitir que Jesús llene nuestros corazones con su amor.

Podemos, con la ayuda de Cristo, amarnos los unos a los otros y sobrellevarnos los unos a los otros con el entendimiento y la paz de Dios. ¿Por qué no seguir al Espíritu Santo hacia la paz, en lugar de seguir nuestras pasiones humanas que nos llevan a la discordia y a la división?

Dios valora la armonía y la paz forjadas en el amor, un amor que implica una vida como la de Jesucristo, de sacrificio propio.

Que Dios nos dé tal corazón que podamos ver lo que es la adoración: conocerlo y amarlo más profundamente.

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