Perichoresis, ¿qué es eso?


Una charla con C. Baxter Kruger, fundador de Perichoresis

Pregunta: La mayoría de nosotros ni siquiera sabemos pronunciar perichoresis, y mucho menos deletrearlo ¿Qué significa?

Baxter Kruger: Hace algunos años una mujer entró en mi oficina por Navidad con un montón de boletines en su mano. Estaba llorando, tiró violentamente los boletines sobre mi escritorio y dijo: «¡Me siento como un montón de basura!».

Yo le pregunté: “Pero, ¿qué sucede?”.

Ella me contestó: “He estado leyendo los boletines de estas personas de todo el mundo y ellas y sus hijos están todos haciendo un montón de grandes cosas para Dios, y de repente me he dado cuenta de lo despreciable que es mi vida. Por el amor de Dios, pero si estoy casada y tengo tres hijos. Cuando no estoy comprando alimentos, estoy cocinándolos, limpiando o intentando encontrar ropa para mis hijos. Y así siempre para mantener esta casa desordenada algo presentable. Y en medio de todo esto, intento encontrar algún momento para mi esposo. Ni siquiera tengo tiempo para leer mi Biblia. ¿Qué puedo hacer para Dios?».

En ese instante la paré, y le dije: “Espera un momento. Ayer estuviste dos horas conduciendo por todo Jackson en busca de un abrigo para tu hija. Un abrigo de invierno, y no cualquier abrigo, sino uno que fuera de su agrado y, al mismo tiempo, que fuese lo suficientemente grande para que lo use este año y el próximo, sin que parezca comprado este año. Y lo conseguiste, encontraste el abrigo, y ella está entusiasmada”.

La mujer me replicó: “Pero, ¿eso qué tiene que ver con esto?”.

Yo le dije: “¿De dónde vino esa preocupación por tu hija? ¿Te despertaste ayer por la mañana y decidiste que ibas a ser una buena madre?”.

Ella me dijo que llevaba toda la semana pensando en el abrigo.

“El Dios Unitrino no se encuentra con nosotros en el cielo ni en nuestras religiones generadas por nosotros mismos, sino en nuestra existencia humana ‘ordinaria’”.

Le dije: “¿Acaso Jesús no es el buen Pastor que cuida y se preocupa por todas sus ovejas? Él puso su preocupación por esta oveja (tu hija) en tu corazón. Verás, lo que estás haciendo es, nada más y nada menos, que participar en la vida y las cargas de Jesús. Él se estaba cuidando de su oveja a través de ti. ¿Y que puede ser más grande que esto?”.

Teniendo en cuenta el hecho de que Jesucristo ha alcanzado a toda la raza humana, que nos ha limpiado en su muerte, que nos levantó en su resurrección y nos ha dado un lugar en su relación con su Padre y el Espíritu en su Ascensión, tenemos que reconsiderar todo lo que creíamos saber sobre nosotros mismos y los demás, así como de nuestra vida humana ordinaria.

Lo cierto es que no hay nada de ordinario en la vida que vivimos. Cuidar de otros, de los huérfanos y de nuestros amigos, de los pobres, amar a nuestros maridos, esposas e hijos,  nuestra pasión por la música y la belleza, por la preparación de otros, por la jardinería y la pesca. Estas cosas no tienen su origen en nosotros. No son algo que hemos inventamos. Todo proviene del Padre, del Hijo y del Espíritu. Cuando estalla esta horrible división entre lo laico y lo sagrado, podemos ver y honrar la vida como es verdaderamente: el regalo de participar en la vida y la relación del Padre, el Hijo y el Espíritu.

Así que, ¿estamos hablando en realidad de Dios relacionándose con nosotros en nuestra vida diaria?

BK: Así es. A través de la obra de Jesús, hemos sido adoptados dentro de la vida trinitaria. El concepto de Perichoresis nos ayuda a comprender lo que nuestra adopción significa para nosotros. Podríamos definir Perichoresis como «el habitar mutuo sin perder la identidad personal». En otras palabras: existimos en unión con el Dios Untrino, pero sin perder nuestra personalidad única en el proceso. Nosotros importamos. Somos reales para el Dios Unitrino.

Solo la Trinidad podría tener unión sin perder la distinción personal. Si tienes unión sin distinción caes en el panteísmo, y estaríamos unidos a Dios de tal forma que seríamos completamente absorbidos por él. No habría ya un «nosotros» distinto para sentir, saborear y experimentar la vida trinitaria.

Si tienes distinción sin unión, vas a parar en el deísmo, donde Dios está ahí arriba observándonos desde la distancia, y nunca vemos nuestra humanidad como incluida en la vida trinitaria. La maternidad y la paternidad, trabajar, jugar y la música parecen así ser aspectos meramente seculares, no divinos de nuestra experiencia humana. El deísmo nos deja con una humanidad sin Cristo, y nos obliga a buscar más allá de nuestra humanidad para conectar con Dios.

En la teología trinitaria decimos «no» al panteísmo y deísmo. Tenemos unión pero sin perder la distinción personal, lo que significa que nosotros importamos y que nuestra humanidad, nuestra maternidad y paternidad, nuestro trabajo, pasatiempos y música forman el escenario de nuestra participación en la vida trinitaria de Dios. El Dios Unitrino no se encuentra con nosotros en el cielo ni en nuestras religiones generadas por nosotros mismos, sino en nuestra existencia humana “ordinaria”.

Ahora tenemos la libertad para dejar atrás nuestros prejuicios raciales y personales, y para amarnos y aceptarnos los unos a los otros.

Así que el evangelio trata de Dios conociéndonos y nosotros conociendo a Dios.

BK: Exactamente. Déjame contarte una breve historia. Me gustan más las historias que las largas y complicadas explicaciones teológicas. Hace muchos años cuando mi hijo tenía tan solo seis, ahora tiene 18, estaba sentado en el sofá del cuarto trastero clasificando correos atrasados un sábado por la tarde. Él y su compañero entraron reptando, engalanados con sus camuflajes, sus caras pintadas, sus pistolas y cuchillos de plástico, a lo largo de los 5 metros de la habitación. Mi hijo asomó su cabeza detrás de la puerta mirándome detenidamente y, sin tiempo de reaccionar, saltó en el aire abalanzándose sobre mí. Empezamos a luchar y a juguetear y acabamos por los suelos. Entonces su amigo se lanzó sobre nosotros y terminamos los tres tronchándonos a carcajadas.

Y justo en medio de aquella pelea el Señor me habló y me dijo que prestara atención. Y pienso. Es sábado por la tarde, tu hijo acaba de entrar y estamos jugueteando en el suelo. Esto ocurre todos los días alrededor del mundo, así que, ¿qué hay de raro en esto? Entonces empecé a caer en la cuenta de que yo no sabía quien era el otro chico. Jamás le había visto y él tampoco me conocía a mí. Rebobiné la historia y pensé sobre lo que habría sucedido si este chiquillo hubiese entrado en mi cuarto trastero solo. Recuerda, él no me conocía a mí, ni yo a él tampoco. No sabía mi nombre ni yo el suyo. Así que mira y me ve, un completo desconocido, sentado en el sofá. ¿Se lanzaría por el aire para provocarme a jugar? ¿Terminaríamos en el suelo a carcajada limpia? Por supuesto que no. Eso es lo último que habría ocurrido.

Dentro de sí mismo, ese pequeño niño no tenía libertad para tener una relación conmigo. Éramos desconocidos. No tenía derecho a ese tipo de familiaridad y compañerismo. Pero mi hijo me conoce. Sabe que lo amo, que lo acepto y que es la niña de mis ojos. Así que, sabiendo de mi amor y afecto, hizo lo más natural del mundo, saltar sobre mi regazo. El milagro que sucedió allí fue que la seguridad que tenía mi hijo de mi aceptación y deleite en él, y de la libertar que tenía para relacionarse conmigo inundó a otro chiquillo también. Y fue movido a experimentarla. El otro niño llegó a saborear, sentir y conocer la relación de mi hijo conmigo. Participó en la vida y comunión de mi hijo conmigo.

Entonces me di cuenta que eso es lo que significan la perichoresis y nuestra adopción en Cristo. Jesús es el que conoce al Padre. Él conoce el amor y la aceptación del Padre. Él ve el rostro del Padre. Jesús tiene la libertad para tener compañerismo con su Padre. Y Jesús comparte su corazón con nosotros. Él deposita en nosotros su propia libertad para relacionarse con su Padre a través del Espíritu, y al igual que aquel chiquillo, nosotros llegamos a saborear, a sentir y a experimentar la relación que Jesús tiene con su Padre. Él lo comparte todo con nosotros. Se une a nosotros, y llegamos a experimentar con él su propia vida divina. Él comparte con nosotros su conocimiento del corazón de su Padre, su conocimiento de la aceptación del Padre, su propia seguridad en el amor de su Padre, su propia libertad al conocer el corazón apasionado del Padre. Llega a su propia alma, por así decirlo, saca sus propias emociones y luego las pone en el interior de toda la raza humana. Todos estamos incluidos en la relación del Hijo con el Padre en la comunión del Espíritu Santo.

¿Entonces no tenemos que preocuparnos más de si Dios nos acepta y nos ama?

BK:Nunca más.  Porque, ¿qué es lo que aleja de nuestros corazones entender que somos aceptados en el habitar mutuo y en la comunión con Dios? El miedo y la ocultación. Así que, gracias al conocimiento que Jesús tiene de la aceptación del Padre, y que comparte con nosotros, ahora tenemos la libertad para dejar nuestros prejuicios raciales y personales y para amarnos y aceptarnos los unos a los otros, y esto nos lleva a la libertad de conocer y ser conocido, lo que a su vez nos conduce al compañerismo y al habitar mutuo.

De esto es de lo que se trata el reino del Dios Unitrino. El reino es sencillamente la vida y el amor, la comunión, el compañerismo, la camaradería y el gozo del Padre, el Hijo y el Espíritu, siendo compartidos con nosotros, que se convierten en una expresión total, duradera y personal en nosotros, en nuestras relaciones los unos con los otros y en nuestra relación con toda la creación, para que toda la tierra sea llena del conocimiento del Hijo sobre su Padre en el Espíritu.

En cuanto a por qué no experimentamos nuestra vida en Cristo más plenamente, es una pregunta para otro día.

C.Baxter Kruger es Director de Pericóresis. – A Trinitarian Ministry. Se puede acceder a las fuentes del Dr. Kruger en  www.perichoresis.org

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4 Comentarios

    • admin

      En nombre del Dr. Baxter C. Kruger muchas gracias por sus comentarios y Dios le bendiga a usted también en sus actividades para dar a conocer el amor incondicional de Dios en Cristo a través del Espíritu Santo por toda la humanidad. Pedro Rufian, Pastor

  • Denoel dos Santos Ferraz

    Ola, pastor Pedro gracia e paz en el Señor JesusCristo. me sinto muito privilegiado em haber te conocido, y se de su trabajo, yo estoy cierto que eres verdaderamente hijo del AlTissimo. Tengo me beneficiado muchissimo de sus articulos, cada vez son mas, ricos em verdad e gracia, alabo a Dios por su vida e tambiem la de su Familia; Suzana y yo los tenemos em alta estima e consideracion, vosoutros son para nosoutros como neustros padres; mucho embora no tengamos nos comunicado mas, pero hago a Dios mis peticiones todos los dias por vosoutros. Que yo no peques dejando de orar por vosoutros. Espero ver-los mui en breve, si Dios asi lo queira. Tengo sido mui bendecido com sus mensages gravado, que el Senhor me de sabiduria e condiciones para que yo tambiem pueda acer lo mismo aca em Brasil. Um gran abrazo, en todos vosoutros.

    • admin

      Muito lembrado irmâo em Cristo e amigo: Muito obrigado por teu mensagem que es como buenas nuevas de tierras lejanas. Vosotros también permanecéis muy cerca en nuestros corazones y pedimos a Dios siga derramando sus bendiciones sobre vosotros y vuestras preciosas hijas. Me alegra saber que el material de la Web te está sirviendo de ayuda y doy muchas gracias al Señor por ello. Que Deus vos abençoe e abra portas para compartilhar seu mensagem de amor y graça em Jesu Cristo. Um grande e forte abraço para si e a sua familia.

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