El Dios que te ama


Mike Morrison
                                                                                             Por Michael Morrison

Como cristianos, nuestra creencia religiosa más básica es que Dios existe. Con la palabra en mayúscula “Dios”, nos referimos al Dios descrito en la Biblia: un ser espiritual bueno y poderoso que creó todas las cosas, que se preocupa por lo que hacemos, que tiene parte en nuestras vidas, y que nos ofrece una eternidad con su bondad.

Los seres humanos no pueden entender a Dios en su totalidad, pero podemos tener un punto de partida para entender quién es Dios y qué está haciendo en nuestras vidas. Concentrémonos en las cualidades de Dios que un nuevo creyente, por ejemplo, podría considerar más provechosas.

Su existencia

Muchas personas, aun los que han creído por bastante tiempo, quieren prueba de la existencia de Dios. Pero no hay manera de “probar” la existencia de Dios para que todos queden convencidos. Probablemente es mejor hablar en términos de evidencia, en vez de prueba. La evidencia nos da confianza en que Dios existe y que es el  ser que la Biblia describe. Dios “jamás dejó de dar testimonio de sí mismo”, les dijo Pablo a los paganos en Listra (Hechos 14:17). Ahora bien, ¿cuál es la evidencia?

La creación                                                                                                                                Salmos 19:1 nos dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios”. Romanos 1:20 nos dice: “Lo invisible de él —su eterno poder y deidad— se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas”. La creación misma nos dice algo acerca de Dios.

Es razonable para nosotros creer que algo causó que la tierra, el sol y las estrellas sean como son. Los científicos dicen que el universo comenzó con una gran explosión, y es razonable para nosotros creer que algo causó la explosión. Ese algo, creemos, fue Dios.

El Diseño                                                                                                                                           La creación muestra señales de orden, de leyes de física. Si varias propiedades de la materia fueran diferentes, entonces la tierra no existiría, o los seres humanos no podrían existir. Si el tamaño o la órbita de la tierra fuera diferente, entonces, las condiciones en este planeta no permitirían la vida humana. Algunas personas creen que este es un accidente cósmico; otros creen que una explicación más razonable es que el sistema solar fue diseñado por un Creador inteligente.

La Vida                                                                                                                                                 La vida está basada en reacciones y compuestos químicos increíblemente complejos. Algunas personas creen que la vida tuvo una causa inteligente; otros creen que sucedió por casualidad. Algunos tienen fe en que los científicos algún día demostrarán un origen para la vida que no sea Dios. Pero para muchas personas, la existencia de la vida es evidencia de un Dios Creador1.

Los Seres Humanos                                                                                                                 Los humanos somos criaturas conscientes de nosotros mismos que exploramos el universo, que pensamos sobre el significado de la vida, y que buscamos el propósito de la misma. El hambre física sugiere la existencia de alimento; la sed sugiere que hay algo que puede apagar nuestra sed. ¿Acaso nuestra ansiedad intelectual por un propósito sugiere que de hecho hay un significado que debe encontrarse? Muchas personas afirman haber encontrado ese significado en su relación personal con Dios.

 La Moralidad                                                                                                                                   ¿Es lo bueno y lo malo una cuestión de opinión, de lo que mande la mayoría, o hay una autoridad sobrehumana que define lo bueno y lo malo? Si no hay un Dios, entonces los seres humanos no tienen ninguna base para proclamar nada malo, ninguna razón para condenar el racismo, el genocidio, la tortura o cualquier atrocidad. La existencia del mal es entonces evidencia de que Dios existe. Si no hay un Dios, entonces el poder debe reinar. Es razonable creer en Dios.

La Grandeza de Dios

¿Qué tipo de ser es Dios? ¡Mucho más grande de lo que nos podemos imaginar! Si creó el universo, entonces es más grande que el universo; y no limitado por el tiempo, el espacio o la energía, porque existió antes del tiempo, el espacio, la materia o la energía.

En 2 Timoteo 1:9 se menciona algo que Dios hizo “antes del comienzo del tiempo”. El tiempo tuvo un comienzo, y Dios existió antes de eso. Él tiene una existencia eterna que no puede ser medida por años. Él es eterno, de edad infinita. Nuestra matemática es muy limitada para describir la existencia de Dios.

Ya que Dios creó la materia, Él existió antes de la materia, y no está hecho de materia. Es espíritu; pero Dios no está “hecho de espíritu”. Dios no fue hecho en absoluto. Él simplemente existe, y existe como espíritu. Él define la existencia, el espíritu y la materia.

Dios existió antes de la materia, y las dimensiones y propiedades de la materia no se aplican a Él. Él no puede ser medido en millas o kilómetros o en kilovatios. Solomón reconoció que aun los cielos de los cielos no pueden contener a Dios (1 Reyes 8:27). Él llena los cielos y la tierra (Jeremías 23:23); Él está en todo lugar, es omnipresente. No hay ningún lugar en el universo donde Él no existe.

¿Cuán poderoso es Dios? Si Dios puede causar un gran estallido, diseñar sistemas solares, crear los códigos del ADN y controlar todos estos niveles de poder, entonces debe ser ilimitado en poder, es omnipotente. “Ninguna cosa será imposible para Dios”, nos dice Lucas 1:37. Dios puede hacer lo que quiera.

La creatividad de Dios demuestra una inteligencia mayor de lo que podemos entender. Él controla el universo constantemente causando su continua existencia (Hebreos 1:3). Eso significa que Él debe saber lo que está aconteciendo en el universo. Es ilimitado en inteligencia. Es omnisciente. Él sabe lo que quiere saber.

Ya que Dios define lo bueno y lo malo, Él es por definición recto, y tiene el poder para hacer siempre lo correcto. “Dios no puede ser tentado por el mal” (Santiago 1:13, Nueva Versión Internacional). Es consecuente y perfectamente justo (Salmos 11:7). Sus normas son justas, sus decisiones son justas, y juzga al mundo en justicia, porque Él es, en su propia naturaleza, bueno y justo.

En todas estas maneras, Dios es tan diferente a nosotros que tenemos palabras especiales que usamos solamente para Dios. Sólo Dios es Omnisciente, Omnipresente, Omnipotente, Eterno. Nosotros somos materia, Él es espíritu. Nosotros somos mortales; Él es eterno.

Esta gran diferencia entre nosotros y Dios la llamamos su trascendencia. Significa que Él nos transciende a nosotros, está más allá de nosotros, no es como nosotros.

Otras culturas antiguas creían en dioses y diosas que peleaban el uno contra el otro, que actuaban de forma egoísta, en quienes no se podía confiar. Pero la Biblia revela a un Dios que tiene control total, que no necesita nada de nadie, quien consecuentemente actúa sólo para ayudar a otros. Él es perfectamente firme, su comportamiento es completamente justo y completamente fidedigno. Esto es lo que quiere decir la Biblia cuando dice que Dios es santo: moralmente perfecto.

Esto hace que la vida sea más simple. Las personas no tienen que tratar de complacer a 10 ó 20 dioses diferentes; sólo hay uno. El Creador de todo es todavía el Gobernante de todo, y será el Juez de todo. Nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro están todos determinados por un Dios, el Omnisciente,  el Todopoderoso, el Eterno.

La Bondad de Dios

Si todo lo que supiéramos acerca de Dios es que tiene increíble poder sobre nosotros, quizá le obedeceríamos motivados por el temor, de rodillas y con un corazón hostil. Pero Dios nos ha revelado otro aspecto de su naturaleza: el increíblemente gran Dios es también increíblemente misericordioso y bueno.

Uno de los discípulos de Jesús le preguntó: “Muéstranos el Padre” (Juan 14:8). Él quería saber cómo era Dios. Él sabía las historias de la zarza ardiente, la columna de nube y de fuego en el monte Sinaí, el trono especial que Ezequiel vio y el sonido apacible y delicado que escuchó Elías (Éxodo 3:4; 13:21; 1 Reyes 19:12; Ezequiel 1). Dios puede aparecer en todas estas maneras, pero ¿cómo es en realidad? ¿Dónde debemos mirar?

Jesús dijo: “El que me ha visto, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Si queremos saber cómo es Dios, debemos mirar a Jesús. Podemos aprender un poco acerca de Dios mediante la naturaleza. Podemos aprender más de la manera como se reveló en el Antiguo Testamento, pero podemos aprender mucho más de la manera en que Dios se ha revelado en Jesús.

Jesús nos muestra cómo es Dios. Él es Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros (Mateo 1:23). Él vivió sin pecado, sin egoísmo. Él es una persona de compasión. Él tiene sentimientos de amor y gozo, decepción y enojo. Se preocupa por los individuos. Desea la justicia y perdona el pecado. Sirvió a otros, aun en su sufrimiento y muerte. Dios es así. Él se describió a Moisés de la siguiente manera: “Jehovah, Jehovah, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable” (Éxodo 34:6-7).

El Dios que está sobre toda la creación es también libre para trabajar dentro de la creación. Esta es su inmanencia, el estar con nosotros. Aunque Dios es más grande que el universo y está en todas partes dentro del universo, Él está con nosotros en una manera en la cual no está con los incrédulos. El enorme Dios está siempre cerca de nosotros. Está cerca y distante al mismo tiempo (Jeremías 23:23).

En Jesús, Él entró en la historia humana, el espacio y el tiempo. Trabajó en la carne humana, mostrándonos lo que la vida debe ser en la carne, y mostrándonos que Dios quiere más para nuestras vidas que meramente lo físico. En Él y por medio de Él se nos ofrece vida eterna, vida más allá de los límites físicos que conocemos ahora. Se nos ofrece vida espiritual, mientras tanto el Espíritu de Dios mismo viene a vivir dentro de nosotros para hacernos hijos de Dios (Romanos 8:11; 1 Juan 3:2). Dios continúa estando con nosotros, trabajando en el espacio y el tiempo para ayudarnos.

El gran y poderoso Dios es también el amable y bondadoso Dios; el juez perfectamente justo es también el Salvador paciente y misericordioso. El Dios que se enoja por el pecado también provee salvación del pecado.

Él es poderoso en misericordia, grandioso en amabilidad. Esto es lo que debemos esperar de un Ser que puede crear los códigos del ADN y los colores de un arco iris. No existiríamos si no fuera por el hecho de que Dios es bondadoso y amable.

Dios describe su relación con nosotros de varias formas. En una analogía, Él es el padre y nosotros sus hijos. En otra, es el esposo y todo su pueblo junto es su esposa. O es un rey y nosotros sus súbditos. Es un pastor y nosotros las ovejas. En todas estas analogías, Dios se pone a sí mismo en una situación de responsabilidad para proteger y proveer para las necesidades de su pueblo. Dios sabe cuán diminutos somos. Él sabe que podría destruirnos en un abrir y cerrar de ojos, en la más mínima equivocación de fuerzas cósmicas. Pero en Jesús, Dios nos muestra cuánto nos ama, cuánto se preocupa por nosotros. Jesús fue humilde, hasta estar dispuesto a sufrir y morir por nosotros. Él sabe la clase de dolor que nosotros experimentamos, porque lo ha sentido. Él conocía el dolor que causaba la maldad, y lo aceptó, mostrándonos que podemos confiar en Dios.

Dios tiene planes para nosotros, porque nos ha hecho para ser como Él mismo (Génesis 1:27). Él nos invita a ser más como Él mismo; en bondad, no en poder. En Jesús, Dios nos da un ejemplo para seguir: un ejemplo en humildad, en servicio desinteresado, en amor y compasión, en fe y esperanza.

“Dios es amor”, escribió Juan (1 Juan 4:8). Dios demostró su amor enviando a Jesús para morir por nuestros pecados, para remover las barreras entre nosotros y Dios, para que podamos vivir con Él en gozo eterno. El amor de Dios no es una ilusión, es una acción que nos ayuda en nuestra más profunda necesidad.

Aprendemos más acerca de Dios por medio de la crucifixión de Jesús que por medio de su resurrección. Jesús nos muestra que Dios está dispuesto a sufrir dolor, aun dolor causado por las personas que están siendo ayudadas. Su amor nos invita, nos anima. Él no nos obliga a hacer su voluntad.

El amor de Dios por nosotros, demostrado más claramente en Jesucristo, es nuestro ejemplo: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en expiación por nuestros pecados. Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1 Juan 4:10-11). Si vivimos en amor, entonces la vida eterna será un gozo no sólo para nosotros sino también para aquellos que están con nosotros.

Si seguimos a Jesús en la vida, lo seguiremos también en la muerte, y después en la resurrección. El mismo Dios que resucitó a Jesús de los muertos también nos resucitará y nos dará la vida eterna (Romanos 8:11). Pero si no aprendemos a amar, entonces no disfrutaremos de la vida eterna. Dios, entonces, nos está enseñando a amar a un paso que podemos seguir, dándonos un ejemplo perfecto, cambiando nuestro corazón por medio del Espíritu Santo obrando en nosotros. El poder que controla los hornos nucleares del sol está obrando amablemente en nuestros corazones, ganándose nuestro afecto y nuestra lealtad.

Dios nos da significado y dirección en la vida, y esperanza en la vida eterna. Podemos confiar en Él, aun cuando sufrimos por hacer el bien. La bondad de Dios está respaldada por su poder. Su amor está guiado por su sabiduría. Él tiene todas las fuerzas del universo bajo su control, y las está usando para nuestro beneficio. “Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman” (Ro. 8:28).

Nuestra Respuesta

¿Cómo respondemos a un Dios tan grande y bondadoso, tan terrible y tierno? Respondemos con adoración: admiración de su gloria, alabanza por sus obras, reverencia por su santidad, respeto por su poder; arrepentimiento en la presencia de su perfección, obediencia en la autoridad que se encuentra en su verdad y sabiduría.

A su misericordia, le respondemos con gratitud; a su gracia, con nuestra lealtad; a su bondad, con nuestro amor. Lo admiramos, lo adoramos, nos entregamos a Él aun al desear tener más que darle. Tal como Él nos ha mostrado su amor por nosotros, le permitimos que nos cambie para que amemos a las personas a nuestro derredor. Usamos todo lo que tenemos, todo lo que somos, todo lo que Él nos da, para servir a otros tal como lo hizo Jesús.

Este es el Dios a quien oramos, sabiendo que escucha cada palabra, que conoce todo pensamiento, que sabe qué es lo que necesitamos, que se preocupa por nuestros sentimientos, que Él desea vivir con nosotros para siempre, que tiene el poder para cumplir cada petición, y también la sabiduría para no hacerlo.

Dios ha probado ser fiel en Jesucristo. Dios existe para servir, no para ser egoísta. Su poder siempre se usa en amor. Nuestro Dios es supremo en poder, y supremo en amor. Podemos confiar en Él absolutamente en todo.■

1  La diversidad de la vida es un asunto diferente. Algunas personas aceptan la teoría de la evolución; otros la rechazan. Algunas personas creen que la teoría de la evolución describe la manera como Dios produjo la diversidad biológica; otros creen que Dios obró de alguna otra manera. Las controversias acerca de la evolución son muy complejas para ser resueltas aquí. Simplemente indicamos que no afectan la cuestión de cómo se originó la vida en primer lugar. Debemos también indicar que pocas personas han estudiado la evolución suficientemente bien como para llegar a sus propias conclusiones. La mayoría de ellos simplemente aceptan la palabra de los “expertos”. Eso incluye tanto a adversarios como a partidarios de la evolución.Los humanos son criaturas conscientes de sí mismos que exploran el universo, que piensan sobre el significado de la vida, que buscan propósito. El hambre física sugiere la existencia de alimento; la sed sugiere que hay algo que puede apagar nuestra sed. ¿Acaso nuestra ansiedad intelectual por un propósito sugiere que de hecho hay un significado que debe encontrarse? Muchas personas afirman haber encontrado significado en una relación con Dios.

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